RECUERDOS DE UNA MARIPOSA
La brisa arremolinaba las hojas en el parque, las dispersaba y las dejaba abandonadas por el camino.
Aquel movimiento, donde los elementos inertes eran repentinamente protagonistas formaba una danza extraña. Y esa mañana todo el lugar, tenía un mágico encanto.
Bandadas de gorriones se lanzaban en un vuelo sin control de árbol en árbol. La primavera asomaba en el lugar y agarrada al tronco se divisaba pequeñita, una oruga.
No quería asomarse, pero lentamente el cuerpo le iba tomando forma, se le dibujaban alas y antenas. Los gorriones que vieron esa transformación comenzaron a rodearla, amenazadoramente.
Uno de ellos dijo a los demás “dejémosla vivir, es tan pequeña, tan hermosa, no le hagamos daño, hoy tuvimos suficiente comida”.
Aquel gesto desprendido mantuvo viva a la mariposa, que asombrada comenzó a golpetear suave sus alas y se largó a volar.
Tengo un día de vida- se dijo-casi una eternidad.
Comenzó el viaje desordenado y sin sentido. Cuando se creyó más segura acompañó sus acrobacias dentro del marco perfecto que le brindaban un par de alas de esplendorosos colores.
Danzó y danzó hasta que cansada, se posó en una flor. Miró sus alas y le parecieron extrañas. Recordaba imprecisamente, que en su otra vida fueron blancas y que con ellas había bailoteado al compás de las luces artificiales custodiada por una montón de bailarinas que danzaban y danzaban hasta caer muertas.
En este espacio nuevo de vida ella no sería más mariposa de tormenta. Ahora el vuelo lo iluminaría la luz del sol y esperanzada imaginó la eternidad: su nuevo y único día de vida.
Pedro Vargas Hernández
Primer puesto de la segunda convocatoria al concurso de cuento corto: Álvaro Cepeda Samudio
Nessie cuello largo
Me
llamo Roy pero, como conducía un lindo Chevy Nova y parecía ser feliz, en
Brooklyn todos me decían Joy Nova. Especialmente los traficantes del Prospect.
Mi
taco preferido es ¡carajo!; lo uso cuando estoy deprimido, ahora lo estoy aquí
en Inverness pensando en mi novia Caddy y esperando ver a Nessie.
Nessie
es elegante, dicen, por aquí es toda una leyenda. Tiene cuello largo y ojos
enormes, lo musitan como enamorados; a mi flaca Caddy la apodé cuello de cisne
y mi personaje favorito de Faulkner, el idiota Benji Compson, decía: Caddy olía
como los árboles… No pregunten cómo llegué aquí, sólo les diré que huyo.
Ahora precisamente pienso que soy igual a Nessie, siempre me han visto como un
ser fantástico, yo me siento como un bicho raro. Estoy sentado a la orilla del
lago Ness, a mi espalda está el castillo Urquart, espero la aparición del
monstruo.
No
siento miedo, temía a los yonquis de Times Square y temo mucho más a todo lo
que llevo dentro. ¿Quién puede decir: no soy un monstruo? Tal vez yo lo soy, no
debí incluir a Caddy en el negocio, pude ser honesto conmigo mismo y dedicarme
a escribir, no debí dispararle a Tony... ¡Carajo!
Haré
como Virginia Woolf, caminaré hacia las aguas, me libraré de todo.
–¿Donde
estás, Nessie Cuello Largo? ¡Acoge a tu desolado camarada!
Eso
es lo que digo ahora, hace un rato tomé dos pepas con tragos de cerveza… –¡Ven
Nessie, arrastra a Joy Nova al fondo del lago!
Ahora
avanzo y estoy gritando, desde el muelle Glendoe unos tipos me miran y ríen,
estoy seguro de haber visto serpentear una figura en el agua. Ahora sé que
cuando mi madre preguntó: ¿A dónde irás?, yo respondí correctamente: ¡Iré a un
mundo diferente! El agua ya me llega al cuello y nuevamente me pregunto: ¿Quién carajos decide si
eres un ser fantástico o un maldito monstruo?...



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